La Carcel de Edmundo

La carcel, muchas veces la llevamos dentro, a donde vallamos nos sentimos presos. Este cuento se inspiró en esa sensación incomoda, para llevarlo hasta la sima de la paranoia. Ojalá les guste.

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La Carcel de Edmundo

 prision-barrotes

No quiero aburrirlo con la historia de mi vida. Es la historia de un criminal menor, no valdría la tinta con la alguien escribe esa historia. Mucho menos quiero llamar a la compasión con cuentos de encarcelamiento, tortura o violación, que van de la mano con mi historia. No; lo que quiero es que lea unas pocas líneas de lo que paso despues.

Me liberan por buen comportamiento en el 20. Como a cualquiera que le quitaron algo y se acerca a recuperarlo, siento que sostengo la libertad en mis manos. No llegó a la parada del bondi que siento que esa libertad se me escurre entre los dedos como agua.

Siento sus ojos que se me clavan en la carne. Intuyo un cuchillo en cada pensamiento ofensivo, peor que una faca tumbera, se me inserta en el pecho. Siento el juicio como un peso sobre los hombros. El mismo que antes veía en los guardias, que preparan la macana con esa mezcla de odio, violencia y miedo. El viaje no hace más que multiplicar los ojos vengadores. Los miles de cuerpos amontonados, son barrotes que me encierran y se contraen a mi alrededor. Pero lo peor son los ojos. Siento el calor sofocante de su rabia en mi piel. Siento que su traición esta pronta. Que en cualquier momento uno me acusara de uno de mis crímenes.

-¡Ese es el que me robo!- Gritaran.

-¡Sí, a mi también!- acusara otro.

Un tercero dirá lleno de odio:

-Robemosle nosotros también, ¡para que aprenda!

Y en medio del odio y de la violencia me robaran lo único que me queda, esta pobre y miserable vida.

La escena antes imaginaria se hace real. A unos metros dos «señoritos de su casa» empiezan a cuchichear y a mirarme. Los dos como gigantes me tiran sus miradas amenazadoras. Toco el timbre como un desaforado, la gente como sospechando me pregunta que me pasa, que si estoy loco que si me siento bien. Buscan la manera de justificar sus planes macabros. Salto del colectivo mientras esta en movimiento. Pero no logro escapar las miradas me persiguen los barrotes se cierran sobre mi, me asfixian. Me quitan las fuerzas. Me doblegan. Intento correr pero no puedo la carcel se cierra sobre mi y como si tirara de un grillete mis pies apenas se mueven.

Solo me alejo, camino y camino hasta que esos ojos inyectados de ira, se disipan. ya no hay juicios ni amenazas silenciadas. El cansancio me supera, y caigo rendido al costado de una ruta desierta. Las mañanas y los días se suceden. la caminata es siempre la misma. Sigo huyendo. algunos autos paran y me preguntan si quiero que me lleven. Me Recuerdan la amenaza constante. Sus ojos me juzgan, me acechan, me hieren con sus ideas, sus pensamientos siniestros. La comida escasea paro consigo alguna presa en la oscuridad de la noche, cuando el sueño no me vence completamente.

El frío se comienza a sentir. mis ropas destrozadas por los dias y dias de caminata no me protegen. Pero no los necesito, mi fuerza es superior inconmensurable. Nunca dejaré que me atrapen los de los ojos. Nunca.

Camino, contra el viento, contra el frío contra el destino que me tenían deparado. EL tiempo pasa como sin que lo note. No se si son días horas o segundos los que llevo caminando. Ya no siento la piel del frío y mis piernas no me responden. En una hendidura en la montaña que bordea la ruta, me acobacho para refugiarme del viento. De a poco la oscuridad me cubre, me rodea, me aprisiona. Nunca salí de la cárcel, la llevo conmigo a donde voy, aún ahora.

Acerca de Ju

Un día es todos los dias
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